Te acercas señora, sigilosa, burlona, furtiva,
con tu carga a la espalda perdida.
Te ignoro, intentando repudiar tus mansajes,
los comprendo y los veo.
Te esquivo, pretendiendo evitar que me roce
tu aliento curtido de tiempo,
que me quema y lo siento.
Y mis ojos se cierran ante tu presencia,
que insiste en demostrar los despojos,
me duelen y los lloro.
Me cubro de escudos en la lucha esteril,
porque se muy bien que ante ti soy debil,
con ellos te enfrento, son mis pensamientos,
mi alma y tanto valores que ante ti no te alcanzan.
Y mi piel te aguanta, te sufre, te odia,
rechaza tus caricias que engañan,
son garrras que lastiman y arañan.
Al verme indefensa, frente a tu potencia,
firme y orgullosa presento batalla
a tu desafio, con mi arrogancia.
Nunca estoy sola, ni oculta, ni tensa.
¡Te espero...! aunque no te quiero.
Me siento dichosa poque he vivido y vivo,
una vida intensa, rodeada de amores y tu...
me reservas tan solo dolores.
Al Señor le ruego que cuando tu llegues
seas genorosa como una preñez.
Y yo te saludo...aunque te detesto
¡Señora Vejez!
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