lunes, 29 de agosto de 2011

Acróstico. Por: Célica Conde

E xtasis en vuelo inherente al cielo de los pájaros
S u ala azúl , tenaz latido en las alturas
C arcajadas de soles y desatadas nubes
R édito incomprensible para el conquistador
I ntento de los tristes; iracundía mística
T ejido de palabras de palabras de apretada trama o transparente tul
O braje a sol y luna, en calientes tribunas o parajes agrestes
R ústico o de avanzada; caña brava y champán
E se sostenimiento de la risa de un niño o de un jóven cantor
S eñores mi saludo y el de mi Entre Ríos, paleta del labrador.

Otras cosas. Por: Zeva

Ella prefiere no ver pobreza
Prefiere no ver locura
Niega la maldad
Se caga en la miseria
Se aterroriza ante la palabra "sexo"
Ella prefiere ir a un boliche
Encararse al mas lindo
Al menos pobre
Al mas cuerdo

"Óyeme, escúchame, te estoy hablando
desde el otro lado...en donde
ya nada de eso por lo que vos estás
preocupada importa"

Contricción. Por: Félix García

Es primavera
   en este octubre florecido.
Pero alguien,
deshilachado de nuestro dolo,
ensaya una canción de otoño.
Hay rumores peregrinos
en los laberintos ocultos
de la memoria.
Oscurece en el recuerdo
de los días anteriores.
!Todo es tan azul ahora!...
!tan aire, tan cristal
y tan nada!.
Una niña flota,
arcilla de la entrega,
en el vientre materno.
!Está tan lejos en el tiempo!;
y yo, !tan lejos...tan lejos!...
                 

A través de la ventana. Por: Nélida Beatriz Sosa

A través de la ventana
busco el tiempo que murió
como esta tarde que muere
pálida, triste, callada.

Sólo el canto de una tacuara
y de aquel gorrión
me hacen sentir que estoy aquí...

A través de la ventana
el pasado llegó;
pasan tristes momentos
de tu amor y mi amor.

A través de la ventana
veo el rostro de una mujer
que una vez conocí
y fue feliz.

Mientras el silencio
sella de ocre mustio
las celosías de estas ventanas
para olvidar el ayer.

viernes, 19 de agosto de 2011

Ripio. Por: Carlos Fradkin

No esperan aplausos
simplemente brotan
provienen del alma
esos versos míos
ni camino de asfalto
están hechos de ripio
pues allí nacieron
esos versos míos
no van por dineros
ni publicaciones
quieren decir cosas
nada más que eso
sólo lo que gritan
sólo lo que sienten
esos versos míos
son de puro ripio.

Insensatez. Por: Blanca Aurora CAPROTTI

Me pierdo, inocente
en lo profundo de tu mirada
es azul, la ensoñación.
Me llamo mariposa...
Respondo a tu pregunta.

Cómo llamarme de otra forma
si tus ojos son luz
que encandilan mis sentidos
despiertos en esta noche de estrellas.

Tus manos me acarician
abren mis poros.
La sensatez no responde
el corazón tiembla.

Cada latido, cada suspiro
se lleva un poquito más,
de toda mi fuerza
...me entrego.

Tal vez mañana, en unas horas
ya no estás aquí.
Cuando toquen las campanas
Tus pasos, se prederan en la niebla
                                            de otra madrugada.

Casualizando. Por: Squenun Biaf(Extraido de revista Voces)

Andrés es rubio y tiene 23 años. Vive con un compañero de estudios llamado Juan Manuel. Ambos se levantan todas las mañanas a las 7:30 AM para estudiar, y mientras Juan prepara su desayuno (así habían acordado para evitar reclamos), Andrés remolñonea un poco más en su cama. No tienen mayores compromisos que los exigidos por sus deseos de vivir comodamente al amparo de la protección económica que le brindan sus padres.
Andrés es rubio y tiene un lunar en el lóbulo derecho y una mancha d enacimiento en forma de corona en el lado izquierdo de su cintura. Es, como se dice comúnmente, de buen dormir y rara vez logra levantarse de la cama a tiempo para sus obligaciones. Más de una vez su madre lo había reprendido por ello, sin que esto causara mayor efecto sobre su conducta.
Esa noche, Andrés abríó súbitamente los ojos y salto de la cama (a pesar del frío y la lluvia que eran una invitación a la pereza) antes del amanecer. En la otra habitación, Juan Manuel, preocupado y entredormido, se fija en el radio reloj despertador: 5:34 AM. Decidido a recriminar a Andrés por los ruidos que causaba al dirigirse al comedor llevándose por delante sillas y la mesa y encendiendo el televisor a esas horas, Juan Manuel se levanta. Su compañero estaba descalzo y en pijama, mirando la TV. Sin decir nada, se acercó al aparato y bajó el volumen no sin antes dirigir una fugaz mirada llena de fuego a modo de silenciosa queja y volvió a su cama.
Ana estudia y trabaja para mantener sus estudios. Entra a laburar a las 7 AM, pero es lunes y el fin de semana ha regresado a su pueblo natal. Ese día llegará con bolsos y todo a su trabajo. Es morena y de almendrados ojos que tienen la profundidad del vértigo. Su cabello lacio le cubre los hombros y muchas veces también la cara. La ruta está humeda y el frío creó bancos de niebla. El conductor seguro de sí, guía el autobus. Ana está muy acostrumbrada a este viaje. En otras épocas, la hacía cada fin de semana, de ida y de vuelta y hasta se había arriesgado a recorrerla a dedo. Pero el pavimento puede ser traicionero. La policía y la ambulancia extrañamente llegaron rápido, aunque para algunos no lo suficiente. Un poco despues, los bomberos. Nadie podía comprender cómo Ana había llegado hasta donde estaba, a más de cinco metros del accidente sin un solo rsguño.
A las 7:30 AM Juan Manuel apagó el despertador dispuesto a no dejar pasar el incidente de esa noche, cuando sorprendido notó que su compañero dormía placidamente y reiteraba su rutina d eignorar el llamado electrónico a cumplir sus obligaciones. Juan Manuel, como cada mañana, tuvo que despertarlo.
Durante el desayuno comentaron lo sucedido y terminaron riendo. Habían llegado a la conclusión de que Andrés era sonámbulo. Sería una anécdota más de las tantas que acumulaban  el uno del otro en los casi tres años de convivencia.
Esa mañana, a pesar de la tardanza producto de las declaraciones y los trámites, a Ana le dieron el día libre y salió a caminar. Las 10:30 hs. era un buen momento para hacer un descanso, pensó el rubio estudiante y salió a caminar. Y así lo hizo hasta llegar a la vidriera de un negocio donde vendían artículos electrónicos, buscando precios de un equipo de música que no compraría. A su lado, una chica veía estupefacta las noticias por una TV que miraba a la calle. El informativo describia los detalles de un accidente ocurrido esa madrugada: "...tres muertos y más de diez heridos fue el saldo que dejó el vuelco de un autobús proveniente de...". Vestida con un pantalón de cintura baja y un abrigo que no cubría más alla del ombligo, Andrés no pudo evitar fijar su vista en una simpática corona que decoraba el lado derecho de su cintura y tampoco pudo dejar de comentárselo:
-Yo tengo una mancha igual, pero a mi izquierda...dijo sin prestar atención al resto del ella.
Ella sorprendida, enfrentó la mirada de aquel muchacho que tan raro ciomentario le ofrecía.
-Hola! Soy Andrés.
-Hola, yo soy Ana dijo tímida mientras se quitaba un mechón que le cubría su infinita mirada y lo dejaba detrás de su oreja izquierda, descubriendo el lunar que adornaba su lóbulo.
-Perdonáme, puede parecer un lugar común pero ¿no te conozco de alguna parte?
-Seguramente...respondió ella que aunque desconcertada mantenía su compostura, e hizo un silencio- ...Anoche soñé con vos confesó por fín a su desconocido más conocido.
Pasmado, el rubio estudiante, replicó en voz baja pero muy clara:
-Yo también soñé con vos anoche...
Y el noticiero seguía "...el informe policial indica que el accidente tuvo lugar a las 5:35 de esta madrugada cuando en condiciones que aún se tratan de esclarecer..."    
        

Lisandro Pierotti x 3

sábado, 6 de agosto de 2011

Perder el juicio. Por: Soberbio Kamchelski (2008)

La corrupción me juzga con aire de maledicencia,
impone frazadas sobre mi
el vaho pegajoso de una condena social.
¿Porque no juzgan a los que no imparten justicia?,
corrupción de menores, a mayor escala internacional.
Algo raro, sucio, contaminado merodea
para que yo repugne hasta perder la cabeza
y complazca en ello sus mas perversas ambiciones.
¿Andaré por el mundo cual degolláu?
asi me aceptan aplacados y gentiles.
Algo huele a crimen en el ademán lasceroso de estos muertos.

La corrupción me juzga con aire  de maledicencia,
quiere agotarme con el  mismo talenta,
eso lo sé por indulgencia,
he ahi lo que se llama  "un gran negocio".

¿Como pueden dejar caer la bolsa de la usura
sobre tantos y tantos infelices?
Será porque juzgan pero no condenan con beneplacito...
directamente matan
porque tienen asumido el horror, bien asumido su fatídico papel:
un tormento solapado pretende convivir con la mañana
en plena beatitud, entre los más hermosos días.
Una atmosfera densa de improperios supone el alivio de  tanta crueldad.
Mas en los barrios la rueda macrabra sigue  girando