Las noches que estuvimos fueron encadenadoramente sensuales. Aún hoy lo son cuando las recuerdo con delicia en el silencio en mis pensamientos.
De vez en cuando me abandono a merced de esos recuerdos y mi ser es alcanzado por un deseo que subyuga mi cuerpo, que me inunda, que retuerce su inflamada lengua dentro de mi, con fuerza. Pensar en ello me llena de impaciencia por tenerte entre mis piernas, por abrigar tu sexo con el calor que guardo entre ellas para entregarte una vida plena de voracidad. Quiero que me conozcas insaciable y poderosa. Por que te miro y no puedo evitar el supremo desafío de querer conquistarte.
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