viernes, 23 de febrero de 2007

Epístola a los poétas que vendrán.


Manuel Escorza.
Perú- Lima, 1928- Madrid, 1983.
extraído de la revista Amarú. abril de 2006.

Tal vez mañana los poetas pregunten
por qué no celebramos la gracia de las muchachas;
quizá mañana los poetas pregunten
por qué nuestros poémas
eran largas avenidas por donde se venia la Ardiente cólera.
Yo respondo: por todas las partes se oía llanto,
por todas partes nos acercaba un muro de olas negras.
¿Iba a ser la poesía
una solitaria columna de rocío?
tenía que ser un relampago perpetuo.
Yo os digo:
mientras alguien padezca,
la rosa no podrá ser bella;
mientras alguien mire el pan con envidia, el trigo no podrá dormir;
mientras los mendigos lloren de frío en la noche,
mi corazón no reirá.
Matad la tristeza, poétas.
Matemos a la tristeza con un palo.
Hay cosas mas altas
que llorar el amor de trdes perdidas:
el rumos de un pueblo que despierta,
eso es mas bello que el rocio.
El metal resplandeciente de su cólera,
eso es mas bello que la luna.
Un hombre verdaderamente libre,
Eso es mas bello que el diamante.
porque el hombre ha despertado,
y el fuego ha huido de su carcel de ceniza
para quemar el mundo donde estuvo la tristeza.

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