Ya no hay angel
en letanías de relampago.
Solamente en el cielo
cubre las ojeras de la noche.
Una linea de luz agrieta el horizonte
de una mascara azul convertida en
pájaro
Amor consumido
En espirles de sol
Libre de atadura desnudo de mi ser
asomado a la balaustrada de la
noche.
Con mis manos candelambro
celebro la vida
sin el rubor del adjetivo.
Vivir todos los días
edificando cordilleras.
Parapetos del alma.
Anclas de arrumbados barcos
en desangrados muelles.
Pisar la blanda tierra del latido
que finalmente nos reclama.
Editorial Verbum, 1993 Madrid
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