sábado, 17 de agosto de 2013

Dos Poemas de Stella Berduc

Segundos eternos
                                   A mi nieta Consuelo

Quien roba tu mirada, niña rubia,
cuando perdida quedas en la tarde
y olvidas a tus juegos y sonríes
escuchando el llamado de los ángeles.
Yo se quien vuelve tu mirada ajena
y quien puebla de magia tu semblante
es un instante, nada mas, tan breve
que vas vestida por la luz del aire.
En ese breve sueño que me envuelves 
cambiada tu expresión de niña grave
jamás sabrás Consuelo que en segundos eternos 
me devolviste el rostro de mi madre. 
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A un bello inculto
                         Eros, amigo mío 

El no sabia quien era Frida Kahlo
pero sus dedos eran sabios.
Berlioz iba inundando las paredes
y presentí que la marcha del suplicio 
multiplicaría mi orgasmo.

Él confesó que le gustaba todo
y más que todo,
lo innoble, lo obsceno, lo sagrado.
Las casas que tan solo se murmuran
a oscuras,
lo que nadie había escuchado.

Era como una estatua desbordante 
en músculos tensados.
Entonces, me juré, que jamás nunca,
le contaría quien era Frida Kahlo. 
 

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