martes, 27 de marzo de 2007

Canela

“Tengo un ojo colgando de un ojo
mirando tu brazo que no quiere pegarme más.
Perpetuamente contemplando tu robustez
que se volvió tal al son de mi sangre inagotable
que hoy sabe secarse a tiempo.
Mi callo, el del ojo que cuelga del ojo;
mi callo me cega.
Oculta mi mirada tras de sí.
Veo tus brazos fuertes, moverse sin culpa alguna.
Son sólo mis labios los que saben de pecados.
Tus nudillos colorados justicieros
se dan a sí mismos el veredicto favorable.
Mis ojos son jurados cómplices
entre el miedo, la obsecuencia y el altruismo idiota”

...
Canela ojos de Susana camina hasta hallarse frente al aljibe: conoce ella sus limitaciones físicas, mira desde arriba y se sorprende al toparse con sí misma mirándose, allí, espejo de agua. Se lava la cara y se desconoce. Se apunta con un ladrillo y se parte el rostro en mil partes oleadas. Echa a llorar, se aleja y rumbea para la ruta. Dos o tres kilómetros y la distancia con papá, ¿qué más? Por ahora, nada más.
Camina Canela ojos de Susana, con sus manos derretidas en sudor de enero y las rodillas en rojo furioso, calludas y sangrantes. Camiones suceden y se suceden en caravanas interminables, y ella sólo quiere llegar a ningún lugar, a no-casa, sólo quiere dejar a papá con sus brazos robustos, fumando un cigarrillo en el cobertizo con el cobertizo con mamá y con Susana, sin ojos. Cualquier camión, Canela nada distingue. "Soy Roberto yo, ¿paramos ahí adelante? Dale, dale que estoy cansado, dormimos un ratito, siempre quise hacerlo con una tullida".
Canela ojos de Susana dedos de Roberto se recuesta bajo un árbol solitario, perdido descansito que la aridez de la vera rutera perdona, aquél mediodía de sol criminal de jueves.
Brisa nula se acerca a su pelo duro pelo sucio, moviendo sólo un par de los pocos pares que quedan algo maneables de los pocos pares que quedan. Brisa cierra despacito ojo colgado de ojo y ojo, con serenidad, pausadamente.
Hormigas sienten el dulce y rodean rodillas desnudas, jugosas.
Canela ojos de Susana dedos de Roberto lunar de hormiga sigue a la brisa y la persigue, zigzagueando los alambres de púa de la propieda privada.
Canela ojos de Susana dedos de Roberto lunar de hormiga baila el ritmo del dolor, que aprendió de chiquita, haciendo de sí un manjar para los bichos que eligen las rodillas y los codos y los cachetes. Idiota altruista incurable, Canela ojos de Susana dedos de Roberto lunar de hormiga atraviesa el miedo y el alambre de púa punta de Canela y la propiedad privada. Las moscas ansiosas, harán el resto.

OLEGARIO GORIN

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