Hay 7 bailarinas de plástico
sobre un tablero de ajedrez
se mueven, enviciadas
por la libertad
esquemática de la cuadricula
y saltan del blanco
al negro sin arrepentirse.
Su andar es siempre
distinto y asimétrico;
nunca pisan dos veces
el mismo lugar
pero el tablero
tiene un limite y la mesa sobre
la cual se apoya su vida
también,
y abajo no hay mas
que un dictamen
de violadores ordinarios
esperando para penetrar
a cada pieza.
Hasta que el juego
comienza de nuevo
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