Tu sangre me moja las manos y te reis queriendo fingir parte de vos El tiempo se sucede en su monotonía constante Siento que me voy y no hago nada para impedirlo Marginal en mi propio encierro, araño las paredes hasta romperme las uñas. La frialdad se posa en tus ojos. El silencio corta. Si pudiera despertar de este sueño. La soga cuelga sin sentido. La llave esta en el piso El espejo, complice mudo. Inventados sueños quedarón en la almohada. La fragilidad conmueve. Tu vacio existencial da vueltas en el tiempo. En soledad, pulsadas marionetas articulan el desprecio màs propio. Roce suicida a la espera de la caida. Arrodillado en un rincón, besas el suelo antes de irte. La lagrima se lleva tu último deseo. Pasado en el temblor escribiste tu última carta; odio a dios. Dijiste basta y te fuiste de vos mismo. ¡Adonde quedarón las montañas que pintaste en una pared! Anochece y vos siempre igual, mirándote en un espejo en el que nunca te viste. Gritaste hasta romper los vidrios y te viste en mil pedazos, tirado en el piso, buscando la mano que ayer escupiste por miedo a los padres. Gaviotas de cartón hacen un requiém a la hora impuntual a través de la ventana Solo sombras y telarañas dejaste antes de irte Me olvide tu nombre como se olvidan tantas cosas, en un abrir y cerrar de ojos Te seguís riendo mientras te vas como quisiste irte. Tu sangre me moja las manos y no puedo decir basta por miedo a herirte, a herirme, masticando tu odio alimentó mi propia muerte. El viento te sopla la cara y ya no queda nada de vos en lo que hubo en mí. Roce suicida. ZOLO