martes, 29 de noviembre de 2005
ENTREVISTA A CARLOS NINE
Entrevista a un creador de imágenes
El extraño mundo de NineCarlos Nine, dibujante y pintor volcado a la gráfica, abordó la realidad de nuestro país en la década del '80 a través de sus caricaturas en la portada de la emblemática revista Humor. Hoy es reconocido en todo el mundo, publica libros y maravilla a países de una vasta cultura, como Francia y España.
Asombro. Eso es lo que provocan las acuarelas y los dibujos de Carlos Nine al ser contemplados por primera vez. Esa misma capacidad de asombro que sólo conservan intacta los niños y que los mayores solemos perder con el paso del tiempo.Pararse frente a un trabajo de Nine exige una cita obligada con el claroscuro, la forma, el color, la composición; aspectos fundamentales de las artes visuales y la buena pintura, pero reunidas en las diversas disciplinas del arte gráfico (caricatura, historieta e ilustración) para ofrecerle al espectador una garantía de goce estético.Creador prolífico de historietas, autor de varias obras teatrales, eximio caricaturista e ilustrador, Nine ha conseguido en Francia la categoría de "autor nacional" al publicar cinco libros, cuando con sólo dos se alcanza el mencionado mérito.Admirado y respetado por colegas de todo el mundo y con una indiscutida aceptación de las principales editoriales europeas en los últimos diez años, Nine ha decidido seguir viviendo en Buenos Aires, aunque, paradójicamente, no haya podido mostrar su inmenso material gráfico en editoriales nacionales.En esta extensa y rica entrevista con Nosotros, conoceremos parte del pensamiento y de la obra de este incomparable artista plástico, que ha provocado admiración y que tiene una producción gráfica de enorme alcance internacional. Carlos Nine, un privilegio para la Argentina y el mundo. Como sus colegas, Breccia y Sábat, nos hace pensar a través de imágenes. Acérquese a su mundo fascinante.
"Lo que se edita es lo que se piensa"
-¿En qué proyectos se encuentra trabajando actualmente?
-Acabo de terminar el tercer tomo de una historia de gauchos que hicimos con el guionista Jorge Zentner, un entrerriano que vive en Barcelona, llamada "Pampa", que publica la editorial francesa Dargaud. Es la historia de un facón que pasa de mano en mano y de una maldición que al final cobra su víctima.Ahora estoy retocando un libro para una editorial de Taiwán, Grimm Press. Se trata de una versión de "La vendedora de fósforos", de Andersen. Después, voy a descansar un poco y seguir con dos proyectos de libros para presentar en Francia.
-¿Se concretó su deseo de fundar una editorial para proyectos propios y de otros dibujantes?
-Sí, está en marcha, con las dificultades típicas que se encuentran para editar libros en forma independiente en este país. Hasta ahora publiqué "Gesta Dei", la versión argentina de un álbum de dibujos publicados en París, un lindo libro para dibujantes, y a fin de año saldrá -si Dios quiere- "El Patito Saubón", una historieta publicada en la revista Fierro, y en forma de libro en París por la editorial Albin Michel. Contendrá lindas historias de este palmípedo degenerado, y un tremendo almanaque con gallinas y vacas desnudas
.-¿Cómo ve la industria gráfica nacional? ¿Sigue teniendo la misma importancia que en los años '80 o ha decaído?
- Ha decaído, y mucho. Ya en los '80 era incomparablemente menor que en los '60; cualquiera puede imaginar, entonces, lo malo que es el paisaje que habitamos ahora. Si a eso le sumamos la cantidad de impostores que decían ser editores pero que vendieron sin pestañear todas las editoriales importantes al extranjero, la cosa no podría estar peor. Ahora, los contenidos y las tendencias de consumo se dictan desde Madrid o Berlín.Lo que se edita es lo que se piensa o lo que se pensará. Es tan importante como el agua, el petróleo o la energía, es un material tan estratégico como el uranio. Por eso se vendió todo en un solo paquete y en la misma década.De paisajes gráficos y desencuentros culturales
-Los conocedores de su obra -ya sean seguidores, editores o colegas-coinciden en señalarlo como un artista plástico excepcional y consumado que, por elección propia, se ha volcado a la gráfica. ¿Por qué se autodefinió como una especie de fisgón (su término fue fronterizo) entre las artes plásticas y la gráfica?
-Estudié en las escuelas de Bellas Artes de Capital Federal, la Belgrano y la Pueyrredón, respectivamente. Mi idea era -y en alguna medida lo es- ser pintor, artista plástico, digamos. Cuando vi los personajes que engendraba la escuela, dotados casi todos de una hueca pedantería, sentí nostalgia por los estímulos visuales que me había producido la gráfica impresa. Y pronto advertí la superioridad profesional, la destreza y el coraje que exhibían los artistas populares respecto de los llamados artistas plásticos, a la hora de resolver problemas eternos y comunes, como el del espacio, de la forma, la composición y la técnica. Pongamos un ejemplo: Molina Campos.Heredé la colección de la revista Caras y Caretas que había pertenecido a mi abuelo, y allí estaban Zavattaro, Alonso, Gimenez, Málaga Grenet, Sirio...Casi nadie los conoce hoy. Comparados con estos artistas, los llamados "pintores de galería" siempre me parecieron colegialas desorientadas a la búsqueda de un novio.Cuando puedo, trato de contrabandear -tal como hacían los antes nombrados, en forma natural, sin proponérselo- elementos de la plástica a la gráfica, y viceversa.-Además, es un caso raro o atípico, porque se sabe que no todos los artistas plásticos tienen la capacidad de hacer ilustración, caricatura e historieta con un nivel superlativo. Adolfo Nigro (pintor) dijo en una oportunidad que, de joven, quería ser dibujante de historietas, pero desechó la idea al saber que no reunía las condiciones necesarias. Eso habla bien de la honestidad de Nigro y de quienes sí tienen la capacidad de hacerlo...-En todo este análisis no hay que dejar de considerar el esfuerzo por la preservación del coto de caza y de los intereses tribales. El pintor, en función, precisamente de ese instinto de conservación, rara vez reconoce su deuda con el campo gráfico, salvo en casos harto evidentes como los de Warhol o Lichtenstein, aunque, en los hechos, su forma operativa es similar a la de un ilustrador o historietista.Los gordos de Botero fueron concebidos con el mismo criterio práctico de instalar un personaje que el utilizado por los autores de Superman. Si nos hubieran dicho que los trabajos de Siqueiros u Orozco eran pequeñas témperas de 30 x 40, el comentario -seguramente discreto- sólo habría aludido a que eran buenas interpretaciones simbólicas, es decir, ilustraciones, sobre el sentido de la revolución mexicana. Pero, como el soporte es un gigantesco mural, coincide con un momento cultural y político exultante de la nación mexicana, interesa a coleccionistas norteamericanos, contrasta fuertemente con la abstracción en boga de ese momento, etcétera... Deviene "obra de arte".Lo mismo ocurrió con la insufrible Frida Khalo un poco más tarde, cuyo personaje era ella misma; y los galeristas, agentes, promotores y astutas feministas advirtieron a tiempo el negocio que tenían entre manos, sin olvidar la repetición machacona de su tragedia personal, que todo suma, ícaramba! Siempre aparece una oportuna oreja de Van Gogh, hay que buscar...En nuestro país, Antonio Berni hizo algo similar con la creación de Juanito Laguna y Ramona Montiel. Fueron procesados como personajes, como series, con situaciones determinadas y con hilo argumental, tal como una historieta. Y con enorme creatividad y talento.El estudio de estas relaciones interdisciplinarias debería ser objetivo sistemático y desprejuiciado de los teóricos del arte, tarea usurpada aquí por operadores que fungen como críticos, y que jamás ponen el ojo o la pluma en estos aspectos polémicos interesantísimos, ya que su obsesión es vigilar el rumbo de la manada. Es que su bienestar depende de la férrea solidez con que puedan mantener inconmovibles las fronteras de las zonas de poder. Del poder de ellos, claro. De esto sabía bastante el derrocado Glusberg, que jamás permitió que un artista gráfico expusiera en el Museo de Bellas Artes durante su despótico reinado, aunque quizá sea el menor de sus pecados, comparado con los famosos robos al museo. Que este personaje determinara qué era bueno o malo ilumina como un relámpago el desencuentro cultural que padecemos... aunque sería inexplicable sin el auxilio de innumerables cómplices mediáticos.
Francia: el país esponja
-Una pregunta inevitable: ¿cómo entiende que en Francia haya alcanzado la categoría de autor nacional -condición compartida con Sartre y Baudelaire- y, en nuestro país, casi ninguna editorial -excepto Emecé- haya publicado algo de todo ese material gráfico? ¿Problemas de costo? ¿Editores mediocres?Si hasta Nik y Maitena tienen libros propios...
-Francia tiene una disposición natural, no forzada o promovida por ley, a permanecer alerta y en actitud "absorbente", podríamos decir atenta y comprensiva, frente a cualquier cosa, por más rara que parezca y que se presente a la vista de los operadores culturales, editores, críticos, teóricos, etcétera. Nadie los presiona ni es una sugerencia del Ministerio de Cultura; son así naturalmente, es su naturaleza; tienen una especie de periscopio que se mueve todo el tiempo a la búsqueda de algo interesante para ser incorporado.No es casual la histórica cantidad de pintores, autores de teatro, escritores, historietistas, actores, cineastas, etcétera, que termina trabajando allá (o para allí, como es mi caso), engrosando el prestigio del sustrato cultural francés, integrador y permisivo, que contrasta marcadamente con el nuestro, expulsor y restrictivo. Volviendo al caso Glusberg, valga como ejemplo que en el año '68 se hizo la primera exposición de historieta... en el Louvre. Son dos situaciones editoriales incomparables y desproporcionadas. En Francia, solamente en materia de cómics, se editan 200 títulos nuevos mensuales. Esto ocurre no sólo por la diferencia del tamaño del mercado y poder adquisitivo, sino por la creatividad de los editores (sí, es necesaria), y por todas las actividades conexas, como el merchandising, el negocio de los libros firmados o con un dibujo del autor, la impresión de "ex-libris", postales, exposiciones, láminas, pósters, reproducciones en volumen de personajes, festivales, etcétera. Y la frutilla del postre, que es el gran festival de Angouléme, el más importante de Europa.-¿Cuál fue la distinción que ha recibido con mayor orgullo?-El premio Alpha-Art al mejor libro de autor extranjero traducido al francés, en el festival de Angouléme del año 2001, por "Le canard qui aimait les poules" (El patito Saubón). También el premio de dibujo Caran D'Ache, en Roma, en el año 1995.Otro lindo premio fue el de la Escuela Panamericana de Arte del año '93, con el tema de La Gioconda (leit motiv de la escuela), donde vencí por una cabeza al favorito de dicha contienda, el señor R. Polessello, artista plástico.El mandato de los grandes
-¿Seguirá existiendo, en el futuro, la gráfica nacional?
-Creo que sí, tenemos una tradición muy fuerte que es difícil neutralizar. Lo lamentable es que haya buenos dibujantes que hacen trabajo mercenario (superhéroes, manga, chatarra) por un puñado de dólares (como diría un autor de spaghetti westerns), y ése es un agujero por donde se disuelven las personalidades, reemplazadas por autómatas globalizados.
-¿Por qué usted, que ya tiene un reconocimiento mundial, conserva una actitud profundamente política que se traduce en difundir y, en particular, defender este difícil trabajo, ya sea dictando cursos, ofreciendo conferencias o tan sólo hablando con los más jóvenes?
-Bueno, la verdad es que yo nunca me pongo como ejemplo de nada, ni trato de vender paradigmas o ese tipo de cosas. Creo que es natural estar agradecido a todos esos maestros que nos dieron personalidad, un valor distintivo, un lugar en el mundo de los productores de imágenes, gente que arriesgó mucho a cambio de poco, como por ejemplo Alberto Breccia, tipos que la pasaron mal, que fueron sinceros y que dejaron trozos de pellejo en esa búsqueda, y que -en definitiva- nos están mirando desde algún lado para ver qué hacemos ahora, cómo la seguimos... No hay vuelta que darle, es un mandato. Es responsabilidad nuestra, personal, hacer que esta historia continúe.
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