Tenía que llegar a aquel lugar, claro que no iba a ser tarea fácil. Primero tuve que pasar por dentro de un auto quemado/abandonado, despues todo era instinto, si lo que quería era llegar, a ver, sentir, el agua podrida, estancada. El ruido de las moscas volando al rededor de algo que alguna vez supo ser comida. Dicen que el olor a dulce las atrae.
Mi presencia en aquel lugar estuvo acompañada por centenar de pensamientos que se sucedían a medida que me daba cuenta dónde estaba. En ése lugar se podía encontrar belleza hasta en lo más feo.
Ya era hora de volver, pero el camino sería diferente, por cuestiones físico-geofráficas. Quizás éste camino era más largo, pero más estable tambien. Me di cuenta, que no podía pretender llegar presentable...
Cada diez metros había una ventana, por la que entraba humo, era un pasillo largo. El humo que salía, de la ventana más proxima, era de aceite quemado, y ya se me había impregnado.
ZeVa
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